Tribus urbanas son aquellas pandillas, bandas o simplemente agrupaciones de jóvenes que visten de forma similar, que poseen hábitos comunes y lugares de reunión, podrían ser denominadas tribus urbanas. La banda tiene en común la similitud. Cuando los individuos se reúnen voluntariamente, por el placer de estar juntos, por búsqueda de lo semejante, se trata de una banda.
Consiste en buscar en los "congéneres" modos de pensar y de sentir idénticos a los propios, sin ser necesariamente conscientes de ello. El placer de formar parte de la banda proviene de la supresión o suspensión de la exigencia de adaptarse, al precio de una tensión psíquica penosa, a un universo adulto o social y a sus reglas de pensamiento y de conducta. Además, la banda ofrece a sus miembros la seguridad y el soporte afectivo del que carecen. La banda autoriza actividades que están en los límites de las reglas morales y sociales: el juego, la bebida, el galanteo, la licencia erótica, el escándalo en la vía pública, la destrucción de objetos o el agravio de algunos valores (patrióticos, religiosos, etc.).
Sin embargo, las actividades llevadas a cabo en común no se presentan como objetivo esencial de la banda: el objetivo es el de estar juntos porque se es semejante. La banda se hace durable si se transforma en grupo primario, pero entonces cambia de características: afianza los valores comunes (por ejemplo antisociales), concede privilegios a la lealtad y la solidaridad de sus miembros, distingue sus roles, fija objetivos diferentes de la complacencia colectiva en sí misma.
El crecimiento de las ciudades en la segunda mitad de nuestro siglo ha traído consigo cambios, económicos, políticos y sociales. Dentro de estos últimos se encuadra un fenómeno que ha dado mucho que hablar: las tribus urbanas. El fenómeno de las “tribus urbanas” pertenece al ámbito de la Sociología de la Cultura y hace referencia a temas de sentido e identidad de algún grupo o micro grupo, habitualmente juvenil. Una manera sencilla es entenderlo como un conglomerado que tiene un estilo de vida urbano diferente a lo habitual. El culpable de haber inventado el concepto es un sociólogo francés, Michel Mafessoli, cuando escribió “El Tiempo de las Tribus: El Declinamiento del Individualismo en las Sociedades de Masas”, todo un título optimista. Para él, las tribus son grupos basados en emociones compartidas opuestos a la pasividad de los sujetos, es decir, desarrollan una cuota de rebeldía anti-sistema, por lo que no ven televisión ni siguen la farándula. Lo que comparten los integrantes de las tribus son códigos, especialmente códigos estéticos, musicales y de apariencia –ropas y accesorios. Ello es lo que los hace diferentes al resto de la sociedad.
Las tribus son búsquedas de identidad, por lo que los jóvenes tribeños tienen que tener alguna clase de ideología, un aquí estamos y un allá queremos ir. Y son asociaciones que están basadas en un mismo estilo de vida o actividades. Entonces, ¿puede espontáneamente crecer una ideología asociada al tipo de cabello? porque eso es lo que se sostiene, que una niña rubia, castaña clara, delgada y algo cool, es una pelolais, pertenece a la tribu pelolais. En rigor, lo más probable es que pertenezca al sector socioeconómico más alto y más que tribu lo que hay es una clase, incluso una moda impuesta por una clase. El “caso pokemón” es más patético. los pokemones son un nombre genérico pues corresponde a los adolescentes de una clase social media baja, con cabello negro e hirsuto, con chiquillas poco longilíneas y algo inmaduras y, en general, se trata de un grupo poco moderno. Se trata de chiquillos avalados por sus padres, cuyas madres les ayudan a preparar el ropaje –como declaran en la TV– lo que muestra una “rebeldía funcional” a los medios y a la sociedad de consumo y sus modas. En ese sentido no son modernos pues su interés no es la emancipación personal ni social.
Consiste en buscar en los "congéneres" modos de pensar y de sentir idénticos a los propios, sin ser necesariamente conscientes de ello. El placer de formar parte de la banda proviene de la supresión o suspensión de la exigencia de adaptarse, al precio de una tensión psíquica penosa, a un universo adulto o social y a sus reglas de pensamiento y de conducta. Además, la banda ofrece a sus miembros la seguridad y el soporte afectivo del que carecen. La banda autoriza actividades que están en los límites de las reglas morales y sociales: el juego, la bebida, el galanteo, la licencia erótica, el escándalo en la vía pública, la destrucción de objetos o el agravio de algunos valores (patrióticos, religiosos, etc.).
Sin embargo, las actividades llevadas a cabo en común no se presentan como objetivo esencial de la banda: el objetivo es el de estar juntos porque se es semejante. La banda se hace durable si se transforma en grupo primario, pero entonces cambia de características: afianza los valores comunes (por ejemplo antisociales), concede privilegios a la lealtad y la solidaridad de sus miembros, distingue sus roles, fija objetivos diferentes de la complacencia colectiva en sí misma.
El crecimiento de las ciudades en la segunda mitad de nuestro siglo ha traído consigo cambios, económicos, políticos y sociales. Dentro de estos últimos se encuadra un fenómeno que ha dado mucho que hablar: las tribus urbanas. El fenómeno de las “tribus urbanas” pertenece al ámbito de la Sociología de la Cultura y hace referencia a temas de sentido e identidad de algún grupo o micro grupo, habitualmente juvenil. Una manera sencilla es entenderlo como un conglomerado que tiene un estilo de vida urbano diferente a lo habitual. El culpable de haber inventado el concepto es un sociólogo francés, Michel Mafessoli, cuando escribió “El Tiempo de las Tribus: El Declinamiento del Individualismo en las Sociedades de Masas”, todo un título optimista. Para él, las tribus son grupos basados en emociones compartidas opuestos a la pasividad de los sujetos, es decir, desarrollan una cuota de rebeldía anti-sistema, por lo que no ven televisión ni siguen la farándula. Lo que comparten los integrantes de las tribus son códigos, especialmente códigos estéticos, musicales y de apariencia –ropas y accesorios. Ello es lo que los hace diferentes al resto de la sociedad.
Las tribus son búsquedas de identidad, por lo que los jóvenes tribeños tienen que tener alguna clase de ideología, un aquí estamos y un allá queremos ir. Y son asociaciones que están basadas en un mismo estilo de vida o actividades. Entonces, ¿puede espontáneamente crecer una ideología asociada al tipo de cabello? porque eso es lo que se sostiene, que una niña rubia, castaña clara, delgada y algo cool, es una pelolais, pertenece a la tribu pelolais. En rigor, lo más probable es que pertenezca al sector socioeconómico más alto y más que tribu lo que hay es una clase, incluso una moda impuesta por una clase. El “caso pokemón” es más patético. los pokemones son un nombre genérico pues corresponde a los adolescentes de una clase social media baja, con cabello negro e hirsuto, con chiquillas poco longilíneas y algo inmaduras y, en general, se trata de un grupo poco moderno. Se trata de chiquillos avalados por sus padres, cuyas madres les ayudan a preparar el ropaje –como declaran en la TV– lo que muestra una “rebeldía funcional” a los medios y a la sociedad de consumo y sus modas. En ese sentido no son modernos pues su interés no es la emancipación personal ni social.
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