lunes, 10 de marzo de 2008

ECOFEMINISMO

El ecofeminismo es una respuesta más que intenta aunar esta nueva visión a la que nos enfrentamos. Ante la situación concreta del aumento de los impactos ambientales y su relación con la desigualdad social y de género, la corriente ecofeminista está intentando dar voz a estas nuevas posibilidades de ver el mundo, al mismo tiempo que es un nuevo intento de diálogo de dos posicionamientos críticos de gran relevancia para el nuevo siglo, el ecologista y el feminista.

La diversidad de ecofeminismos está ahí. Es una corriente que ha sido criticada y juzgada por esencialista, pero que no siempre ha sido vista en toda su amplitud. No pretendemos aquí enumerar autoras/es (Mary Daly, Vandana Shiva, Evelyn Fox Séller, Carolyn Merchant, Bina Arwal...) y corrientes que están perfilando diferentes respuestas (ecofeminismos constructivistas de Val Pumwood); tampoco pretendemos ahondar en esa rica diversidad -ya existen otros artículos que lo realizan con gran profundidad en esta misma revista (1)-, sino que presentaremos varias experiencias concretas en situaciones de conflictos ecológicos bajo los rasgos comunes de la línea ecofeminista. Esa práctica en ámbitos sociales concretos del ecofeminismo aparece como una opción más de intento de cambio social y de denuncia que debe ser tenida muy en cuenta en el siglo XXI.


El ecofeminismo como opción real de movilización social
¿Por qué me interesa presentar en este primer momento sólo los conflictos ecológicos? Porque es en estas circunstancias cuando los grupos sociales han reaccionado más ante esta realidad evidente de grandes impactos ambientales en el ámbito planetario. Es decir, en conflictos ecológicos concretos el impacto ambiental ha sido percibido conscientemente como un impacto social por una comunidad o unos agentes sociales (ambientales o no). Más concretamente, veremos cómo grupos de mujeres en diferentes lugares del mundo se han movilizado en situaciones de amenaza social y ecológica debido a esa conciencia por parte de la comunidad; y, aunque no entremos a analizar con profundidad la concepción teórica ecofeminista que las mueve, sí podemos, al menos, distinguir cómo su contexto social de desigualdad inicial ante un problema concreto las ha unido en una lucha común por la defensa del entorno.


Las primeras conexiones entre el feminismo y la ecología que dieron origen al ecofeminismo se encuentran en las utopias literarias de las feministas de los años setenta. En ellas se define una sociedad en la que las mujeres viven sin opresión, lo que implica la construcción de una sociedad ecológica, descentralizada, no jerárquica y no militarizada, con democracia interna y en la que prevalece el uso de tecnologías más respetuosas con el medio ambiente, etc...


Françoise d'Eaubonne, en 1974, adoptó por primera vez el término de ecofeminismo para representar el potencial de las mujeres para encabezar una revolución ecológica que conlleve nuevas relaciones de género entre hombres y mujeres y una relación distinta entre los seres humanos y la naturaleza.


Este ecofeminismo inicial ha evolucionado dando lugar a tendencias distintas, todas preocupadas e interesadas por el cambio de las relaciones entre las personas y el medio ambiente. Cada uno de los ecofeminismos mantiene análisis y estrategias de actuación distintos de acuerdo con la posición feminista de la que proceden.


El ecofeminismo radical, nacido del feminismo romántico, destaca las conexiones históricas, biológicas y sociales entre la naturaleza y las mujeres y considera que la explotación y opresión de ambas es consecuencia del dominio del hombre y del orden patriarcal. Los orígenes de dicha explotación se encuentran en los inicios de la sociedad patriarcal, que se sitúa en la prehistória. Se parte de la existencia de una sociedad anterior al patriarcado que podría definirse como mayoritariamente matriarcal, en la que "lo femenino" gozaba de mayor prestigio. En dicha sociedad la biologia de la mujer (su capacidad para crear vida) y la naturaleza (entendida como la madre-tierra) eran festejadas como se puede interpretar a partir del predominio de divinidades femeninas que hacian referencia a la fertilidad y a la madre naturaleza sobre las masculinas. El patriarcado supuso la imposición de los valores masculinos y la substitución de las diosas por los dioses. La propuesta del ecofeminismo radical es la recuperación de los valores matriarcales y la implantación de la cultura femenina (en la que se recogen los conocimientos de las mujeres tradicionalmente desprestigiados, sus experiencias y sus valores), convirtiendo el rol insustituible de las mujeres en la preservación de la especie en un instrumento de poder para las mujeres y en un activismo ecológico propio.


Por otra parte, el ecofeminismo liberal, basado en el feminismo de la igualdad y la teoría conservacionista de la naturaleza, considera que el deterioro ambiental es el resultado de la implantación de un modelo de desarrollo economicista que no considera sus impactos negativos sobre el medio ambiente, que no utiliza adecuadamente los recursos naturales y no cuenta con una legislación al respecto.


El ecofeminismo europeo y americano, con sus distintas tendencias desarrolladas anteriormente, sitúa la relación mujer y medio ambiente o naturaleza (según matices) en un terreno meramente ideológico.

1 comentario:

María Dolores Díaz Noguera dijo...

Muy bien. La entrada es correcta.